Septiembre es el segundo enero del año. Es un mes de propósitos y nuevos comienzos. Y por estas fechas, conviven en los carros de la compra material escolar y alimentos lights, a partes iguales. Los alimentos lights o de «contenido reducido» son los que contienen un aporte calórico un 30 % menor del alimento original. Mientras que los alimentos de «bajo contenido» son los que en relación a un nutriente concreto, presentan su cantidad de este por debajo de una cantidad prefijada. Se habla de «alimentos sin» si un nutriente concreto está ausente o en mínimas trazas.
Ahora bien, esto es lo que dice la normativa de etiquetado pero a veces las prisas, los propósitos y el pensar que lo light es sinónimo de lo bajo en calorías nos juega malas pasadas. Términos como diet, digestive o fitness añaden márketing pero no calidad nutricional. Tendemos a pensar que si un alimento es light, apenas engorda y podemos comerlo sin tasar la cantidad. No te hagas trampas a ti mismo y no te pongas el doble de ración, pensando que como es light no pasa nada. Además, precisamente, los productos light tienen el denominador común de ser ricos en grasas y azúcares, lo que les hace más palatables. Piensa si de verdad te compensa comer galletas light a diario cuando puedes disfrutar del bizcocho casero de tu abuela de forma ocasional.
No hay que olvidarse que los nutrientes que aportan los productos lights pueden ser de calidad variable, ya que el término hace referencia exclusivamente a tener menor contenido calórico. En su mayoría son productos ultraprocesados.
Está también extendida la idea de que un alimento light equivale a un alimento bajo en calorías. Estos últimos son los que aportan menos de 40 kcal/100 g de producto. Por tanto, light y bajo en calorías habitualmente no son sinónimos.
Recuerda que los alimentos lights pueden contener sal y azúcares, en contenidos incluso elevados, salvo que se especifique lo contrario. Y ojo, que sea bajo en sal o azúcares no quiere decir que sea bajo en calorías.
Si decides consumir alimentos lights, lee bien el etiquetado, vigila el contenido en sal, azúcares, perfil de grasas y haz un consumo limitado. Opta por los que tienen predominio de grasas mono o poliinsaturadas, sean bajos en sal y los hidratos de carbono sean complejos, sin azúcares. Mención aparte merecen los refrescos lights, que no deben sustituir al agua como bebida de hidratación preferente. Si los tomas, mejor de forma ocasional y con el menor contenido de azúcares posible.
Recuerda que no verás ni frutas ni verduras ni frutos secos ni pescados ni legumbres ni huevos ni carnes, en versión light, porque lo natural, no lleva etiqueta. Nada mejor que el producto de temporada, fresco y de proximidad, cocinado de forma sencilla.